Pereyra – Cagnola: condenan a los apropiadores

Publicado: 25 abril 2013 en Crónicas, Politica
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Sara Facio

Juan Mattio.-

Un matrimonio que apropió a un bebé recién nacido en 1978 fue condenado el martes pasado a seis años de prisión. La mujer que se los entregó ilegalmente obtuvo la misma pena. Unas horas antes de escuchar el veredicto, los tres imputados dijeron sus últimas palabras: “En mi afán de ser madre hice las cosas mal, pero eso no me convierte en una genocida”, declaró Cristina Mariñelarena. “Le pido al tribunal que cuide a mi hijo, que cuide a Hilario”, agregó, en referencia a Federico Pereyra Cagnola, hijo de Liliana Pereyra y Eduardo Cagnola, ambos desaparecidos. Los jueces decidieron que se destruya la partida de Hilario Bacca y que se genere una nueva, con la verdadera identidad del joven, que tiene 34 años. Como el fallo no está firme, los condenados salieron caminando de la sala. Libres. El lunes próximo el tribunal leerá los fundamentos del fallo.

Liliana Pereyra y Eduardo Cagnola, los padres de Federico, habían comenzado su militancia en la Juventud Universitaria Peronista y terminaron ingresando a Montonero. En 1977 se mudaron a Mar del Plata. El 5 de octubre de ese año fueron detenidos y trasladados a la Base Naval de Buzos Tácticos de esa ciudad. Liliana estaba embarazada de cinco meses. En febrero de 1978 dio a luz a un varón en la maternidad clandestina de ESMA. Después la devolvieron a la Base de Buzos en Mar del Plata, donde fue asesinada. El Equipo Argentino de Antropólogos Forenses exhumó sus restos en 1985.

El teniente coronel del Ejército Guillermo Minicucci fue enlace entre la ESMA y los centros clandestinos El Banco y El Olimpo. Fue él quien se llevó a Federico a su casa. Su mujer, Inés Lugnes, se lo había prometido a su amiga Cristina Mariñelarena. Durante el juicio, que empezó el 8 de febrero, se supo que José Bacca, marido de Mariñelarena, encaró a Minicucci en los primeros años de la década del ‘80 para preguntarle sobre la procedencia del bebé que le habían entregado en el 78. “Es hijo de subversivos”, le respondió Minicucci.

 El 9 de septiembre de 2008, después de una larga investigación, el juez Jorge Ballesteros anunció que Hilario Bacca era, en realidad, Federico Pereyra. Fue el nieto número 95 recuperado.

En el juicio se escuchó la declaración de la hija biológica del matrimonio. Constanza Bacca reconoció que “había una irregularidad” en la adopción de Federico”. Y dijo “entender las razones de las Abuelas, de la familia biológica”, en referencia a la inscripción fraguada del bebé que hizo su madre a pocos días de tenerlo en la casa.

La audiencia del martes, que empezó una hora y media después de lo previsto, encontró un grupo de militantes y allegados a las organizaciones de derechos humanos en el hall del subsuelo, en Cómodoro Py. Mientras que los familiares de los tres imputados esperaban afuera. Miguel Ángel Pierri, abogado del matrimonio, comía bizcochitos Don Satur rodeados de un par de mujeres rubias, con anteojos de sol. Los gestos del grupo delataban ansiedad y nervios.

Adentro, los abogados de Abuelas de Plaza de Mayo, María Inés Bedia y Alan Iud, se mezclaban con las treinta de personas que se habían acercado para escuchar la sentencia. Tomando mate esperaban que se abriera la puerta de la sala de audiencia.

 A las dos y media de la tarde, los jueces del Tribunal Oral Federal N° 4 ingresaron a la sala. José Bacca, al entrar, miró el vidrio que dividía al público de los abogados, jueces e imputados. Del otro lado los militantes de organismos de derechos humanos que, en un principio se habían sentado en ambos lados de la sala, decidieron reunirse solo en el costado izquierdo cuando vieron sentarse en el derecho los familiares de los imputados.

Los jueces del tribunal, Néstor Guillermo Costabel, Pablo Bertuzzi y Leopoldo Bruglia dieron la palabra a los imputados. No hubo grandes discursos y todo terminó rápido. “En mi afán de ser madre hice las cosas mal, pero eso no me convierte en una genocida” dijo Mariñelarena, la primera en hablar. “Le pido al tribunal que cuide a mi hijo, que cuide a Hilario”. Su marido afirmó que creía en la justicia: “Hemos dicho la pura verdad. Pudimos habernos equivocados, sobre todo en la forma, pero que nos traten como genocidas es algo que me llega al corazón. Fueron tiempos muy difíciles. Años atrás sabemos que no era fácil decir la verdad”. Las palabras trastabillaban en la voz de Bacca. “Hoy Hilario es un hombre de bien. Nosotros lo educamos y le dimos el amor. Lo demás lo traía él, era genético”, dijo como cierre. Lugones, condenada como entregadora, no quiso declarar.

Poco antes de las 18 llegó la sentencia. Dejó un sabor amargo en las querellas y en la abuela materna de Federico, Jorgelina “Coqui” Azzarri de Pereyra, una de las referentes de Abuelas en La Plata. Ese organismo había pedido al tribunal una pena de 13 años para el matrimonio y de 11 años para Lugones. La fiscalía, en cambio, pidió una pena de 9 años para Bacca y Mariñelarena, y 6 años para Lugones.

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